lunes, 24 de noviembre de 2014

La OTAN en Ucrania: Ajuste geopolítico con Rusia

La OTAN en Ucrania: Ajuste geopolítico con Rusia
Jaime Luis Zapata

Las realidades geopolíticas llevan a que la OTAN tome un papel más activo en términos militares, haciendo que elementos energéticos que antes eran cuestión del mercado adquieran realidad militar, en cuyo caso la alianza debe cambiar sus formas de actuar y desplegarse en tareas que hasta entonces no estaba obligada a realizar. Esto significa cortar la dependencia energética respecto de Rusia desempeñando labores de infraestructura, asegurando rutas energéticas alternativas y creando mercados de competencia.


La ampliación de la OTAN acerca Rusia a China, que es en realidad el verdadero poder que puede contrarrestar a Estados Unidos. Rusia no representa una amenaza, pues en la realidad posee una estructura social y política autoritaria, que la hace inestable, tiene grandes fenómenos de corrupción, y un ejército desordenado, que sería incapaz de hacer un despliegue en Ucrania, por no decir ya en Europa oriental.

En este ensayo mostramos cuáles son los reales objetivos de la ampliación de la OTÁN hacia el espacio post-soviético. Primero presentamos cuáles son las perspectivas de Rusia y de Occidente a raíz del fin de la Guerra Fría y cómo esto influyó en la forma como las dos partes promueven actualmente sus intereses. Las realidades geopolíticas llevan a que la OTÁN tome un papel más activo en términos militares, haciendo que elementos energéticos que antes eran cuestión del mercado adquieran realidad militar, en cuyo caso la alianza debe cambiar sus formas de actuar y desplegarse en tareas que hasta entonces no estaba obligada a realizar. Esto significa cortar la dependencia energética respecto de Rusia.

La Posguerra Fría: perspectiva de occidente
Tras el final de la Guerra Fría surgieron dos perspectivas diferentes de cada bando acerca de qué significó la terminación de dicho conflicto. La perspectiva que alimentó de sí mismo Estados Unidos fue que había ganado la guerra, y que Rusia, por tanto, había perdido. Pero lo que esto significaba era el fin de la historia, pues representaba el triunfo total de la democracia liberal de mercado por encima del modelo socialista, y excluía por tanto cualquier visión de la política internacional que no reflejara o afianzara el modelo triunfador (Tsygankov, 2013).
Existía, además, un lobby incluso desde antes del inicio de la Guerra Fría, que buscaba mostrar a Rusia, y no solamente al comunismo, como un gigante expansionista y abusivo, bárbaro, que tenía que ser contenido por todos los medios posibles. Este lobby alimentó una fobia y un etnocentrismo ya latente en cada grupo social, que representa que la forma de ser, de actuar, de resolver los problemas del determinado grupo es la forma mejor y más natural, y que las otras son extrañas y dado el caso peligrosas, y que deben ser rechazadas para mantener la supervivencia del grupo (Tsygankov, 2013).
En la actualidad, esta imagen se sigue reproduciendo, haciendo constantemente comparaciones entre Putin y Hitler, y mostrándolo como el monstruo amenazante, un autócrata agresor, que está dispuesto a tomar toda Europa si occidente le presenta la ocasión (Tsygankov, 2013; Mearsheimer, 2014a, 2014b; Walt, 2014b).

La Posguerra Fría: perspectiva de Rusia
La perspectiva que Rusia ha alimentado de sí misma es totalmente diferente y casi contraria a la imagen que se ha construido de ella en occidente. Rusia se concibe a sí misma, presa también del etnocentrismo, como una nación salvadora, que libró a Europa del nazismo, una nación líder que mediante sus líderes como Lenin, Stalin, y ahora Putin, tomó decisiones difíciles en contextos imposibles, y que le aseguró a los pueblos eslavos una unidad cuando lo más probable era que se fragmentaran en la inmensidad de la política internacional (Dostoievski, 2014; Sorokin, 2007, 2010, 2014a, 2014b)(1). Por esta razón ve que la promesa incumplida de occidente de no expandir la OTAN hacia países que pertenecían a la URSS es no solo una falta a su honor, sino incluso una falta de agradecimiento. Para Rusia, el fin de la Guerra Fría no consistió tanto en una victoria de Estados Unidos, como en un acuerdo para la reorganización de la política internacional, es decir, para Rusia, Rusia no perdió la guerra, sino que incluso fue casi que una concesión (Tsygankov, 2013).
Hace 15 años Rusia era un país débil, con un papel reducido en el plano internacional y casi que inexistente, que se había desmoronado y tenía que comenzar de nuevo su ascenso en el juego mundial de la política del poder, pero para lo cual tendría que reajustarse primero de manera interna. Luego de 15 años el papel de Rusia es radicalmente contrario, pues lleva a cabo una política exterior asertiva, con jugadas inteligentes, con una conciencia de lo que es su interés nacional y quiénes y cómo lo pueden perjudicar. La recuperación de Rusia se llevó a cabo principalmente gracias al aumento de los bienes energéticos de que dispone Rusia, y que representan una gran parte de la energía que necesita Europa en cuanto a gas y petróleo. Con esta recuperación de su poder, Rusia puede actuar de manera más sensible principalmente en lo que se ha denominado el “espacio post-soviético”, al cual ve como una esfera de influencia que debe ser respetada por occidente (Larrabee, 2010; Mearsheimer, 2014a, 2014b; Walt, 2014b).
Ahora que Rusia tiene el poder, puede responder a la serie de provocaciones que le significó la ampliación de la OTÁN hacia países de la zona de influencia soviética o incluso hacia aquellos que eran miembros de la Unión. Se pueden verificar tres olas de expansión de la OTÁN, dos de ellas exitosas. La primera, en 1994, incluyó a República Checa, Polonia y Hungría; la segunda en 2004, a Rumania, Bulgaria y los tres estados bálticos. En 2008 se tenía planeado hacer extensiva la alianza a Geogia, Ucrania y Azerbaiyán. Sin embargo, esto se vio frenado por la respuesta rusa que consistió en la invasión de los territorios geórgicos de Abjasia y Osetia del Sur. Para ello, Rusia apeló a la Doctrina Medvedev, que consiste en proteger a los ciudadanos rusos en territorios extranjeros cuando sus derechos estén siendo vulnerados. El segundo freno fue la oposición de Francia y Alemania a dicha expansión, Alemania teniendo razones energéticas para ello, pues el 30% del gas y el petróleo dependen del suministro ruso a través del Báltico (Gallis, 2007; Larrabee, 2010; Mearsheimer, 2014b; Tsygankov, 2013). El tercer freno, más reciente, consistió en la anexión de Crimea por parte de Rusia, usando también la Doctrina Medvedev.

La fragmentación de Ucrania
Ucrania no es un país unificado, e incluso antes de la Revolución Naranja en 2004 se podía observar una división importante. En el noroeste existe una mayoría de ucranianos étnicos, que hablan ucraniano y votan por candidatos que tengan una orientación occidentalista, y que observan con desconfianza cualquier movida de Rusia en torno a su país. Esto por la historia de crímenes y dependencia en que Rusia sumió a Ucrania a lo largo del siglo XX (Sorokin, 2007, 2010, 2014a, 2014b). Por el contrario en el sureste, existe una población de mayoría rusa, que habla ruso y que ve con confianza las jugadas que realiza Rusia en torno a su territorio, y que tiene incluso orientaciones separatistas, comprendiendo en esta región muchas importantes ciudades de Ucrania. Las ciudades en las que empezaron las protestas en noviembre de 2013 eran ciudades proeuropeas, como el caso de la capital Kíev, mientras que en el sureste, no se dieron dichas protestas, e incluso ahora existen importantes fuerzas separatistas que convocan a referendo con el fin de independizarse y de anexionarse a Rusia, como lo muestra el caso de Crimea. Las regiones separatistas estaban si bien no a favor totalmente, por lo menos no veían las políticas pro-rusas del Presidente Víktor Yanukóvich como algo negativo. Esta división expresa claramente una diferencia en las formas de entender la realidad nacional (BBC Mundo, 2014; Fisher, 2014).

La OTÁN en el siglo XXI: tareas y peligros
Tras el final de la Guerra Fría, lo más natural y normal era que la OTÁN desapareciera del plano internacional. Al no existir la amenaza que le daba cohesión y aglutinaba a sus miembros en una tarea conjunta de protección militar, la contención del expansionismo soviético, tenía que haberse disuelto. Ello no sucedió por varias razones. En primer lugar, la inercia burocrática representa un obstáculo para la disolución de toda organización, pues de ella dependen puestos de empleo, que muchas veces son sinecuras, y que le proporcionan una vida estable, placentera y con altos ingresos a determinadas personas que de otro modo tendrían que conformarse con formas de vivir menos parasitarias. En segundo lugar, Estados Unidos vio que dicha organización era un arma perfecta para mantener el agarre de la política internacional europea e impedir que surgiera un centro de poder europeo. En tercer lugar, la política doméstica también influyó, pues el mantenerse en la OTÁN hacía ver a los votantes que Estados Unidos era líder en la resolución de los problemas internacionales, como en el caso de las guerras yugoeslavas, y además existían intereses de parte del complejo militar industrial para continuar con la producción armamentística. Finalmente, el internacionalismo liberal vio el mantenimiento de la OTÁN como una herramienta importante para seguir exportando y diseminando los ideales demoliberales (Walt, 2014b; Waltz, 2000).
Podemos profundizar aquí en la segunda explicación. De acuerdo con la teoría realista de las relaciones internacionales, los estados se temen unos a otros, no existiendo una motivación inicial para cooperar. La cooperación no es una motivación principal de los estados, existiendo preocupaciones sobre consideraciones de ganancias relativas, esto es, sobre un aumento del poder comparativamente, y sobre las posibles trampas, esto es, incumplimientos a las reglas que se puedan llegar a acordar. En este sentido, lo que pueden llegar a hacer las instituciones internacionales únicamente es reflejar el sistema y las relaciones de poder que existan en un momento determinado en la sociedad internacional, un concepto que no es nuevo de esta escuela sino que podemos ver ya en Tucídides (Tucídides, 1986), así como en Giambattista Vico (Vico, 2006), cuando mencionaban que la justicia solamente puede partir de una igualdad real de poder, no pudiendo haber razón de igualdad entre un poderoso y un débil. Las organizaciones internacionales son parte de la estrategia de los estados para mantener o aumentar su poder y su capacidad de influencia sobre otros estados. (Mearsheimer, 1994; Waltz, 2000). En este sentido, la OTÁN representa la mejor arma de Estados Unidos para influir en la política internacional europea.
Se dan varias razones de parte de occidente para mantener y ampliar la esfera de la OTÁN. Donde se puede ver de mejor modo la tesis señalada anteriormente es cuando se afirma que la OTÁN busca desarrollar económicamente a los países de Europa central y oriental, el integrarlos en un sistema de mercado internacional, y facilitarles oportunidades para que consagren una democracia liberal. Esto fomenta la dependencia entre los países y eleva sus niveles de vida. Sin embargo, esta labor de integración y desarrollo se podía haber realizado sin necesidad de la OTÁN, en la medida en que es una tarea económica y política, no militar, y habría sido más acorde buscar estos objetivos mediante la UE (Hillen, y Noonan, 1998; Waltz, 2000).
Las razones para la expansión y el mantenimiento de la OTÁN, siguiendo un enfoque realista, pueden ser más bien las siguientes. Desde el punto de vista geopolítico, la OTÁN llevó a cabo de manera exitosa dos olas de expansión que terminaron por rodear el heartland, controlando el occidente del rimland en términos de Mackinder y Spykman (Hillen y Noonan, 1998). Al hacerlo, a la vez lograron bordear la frontera con Rusia, sustrayendo a los países vinculados de la esfera de influencia soviética.
“La inclusión de Polonia, República Checa y Hungría, agrega profundidad espacial a la alianza(...). Desde la perspectiva estratégica, la inclusión de Polonia, República Checa y Hungría logra dos objetivos primarios. Primero, la adición de estos estados crea una zona de amortiguamiento de jure entre los grandes poderes históricos de Europa continental, Alemania y Rusia. Segundo, la inclusión de Hungría crea un muro de protección contra la inestabilidad balcánica.” (Hillen y Noonan, 1998, trad. propia). Al mismo tiempo, por la vinculación de Rumania y Bulgaria, se hizo posible el escenario para cortar en un futuro, tal vez lejano, la dependencia energética de Europa respecto de Rusia, pues se pueden llevar a cabo labores de infraestructura para construir gasoductos que no pasen por Rusia, sino que vayan desde Turquía, por los países mencionados hasta llegar a suplir al resto de Europa.
Esta es precisamente la segunda razón de la expansión de la OTÁN: el asegurar los suministros energéticos. Ya es difícil concebir que los recursos energéticos sean simples bienes de mercado, pues potencias energéticas como Rusia, Irán y Venezuela, pueden usar sus reservas como medios de presión para influir en las políticas occidentales. El caso de Rusia es el más evidente, pues mediante su empresa estatal Gazprom, cuyos gasoductos pasan por Ucrania, ha llevado a cabo presiones que implican cortar el suministro de gas o elevar sus precios a veces hasta el triple, lo que significa un desabastecimiento para Europa, cuyas necesidades energéticas se satisfacen en un 70% mediante exportaciones desde Rusia. Las líneas de gasoductos que van desde Asia central son también gestionadas en convenio con Rusia, así que Rusia tiene la capacidad de manipular la política europea mediante un abrir o cerrar de la llave (Butler, 2014; Fisher, 2014; Gallis, 2007; Varwick, 2008).
En este sentido, la OTÁN deberá contemplar estas dificultades y entender que el asunto energético es ya un asunto de seguridad que afecta a los países de la alianza. La OTÁN se veía a sí misma con ambivalencia entre los objetivos de promover la integración y la globalización en términos económicos entre sus países miembros, y el fantasma de tener que recurrir al Artículo V de su Carta, que la obliga a responder militarmente a las amenazas a sus miembros. Este segundo aspecto estaba siendo olvidado, tal vez por el uso constante desde la administración Clinton del discurso liberal. Este discurso liberal, así como la inexistencia de una amenaza latente, llevó a una pérdida de la cohesión entre sus miembros, e hizo perder de vista que la OTÁN era una alianza militar y no una organización de seguridad colectiva. La diferencia consiste en que mientras la organización de seguridad colectiva tiene objetivos políticos, fines ilimitados, medios limitados, y una membresía incluyente, la alianza tiene objetivos militares, fines limitados, medios ilimitados y una membresía excluyente (Hillen y Noonan, 1998).
Sin embargo, ahora debe comprender que son otras las realidades geopolíticas, y debe orientarse en este sentido. De esta manera, debe desempeñar labores de infraestructura, aseguramiento de rutas energéticas alternativas, creando mercados de competencia para cortar la dependencia de Rusia. También debe, sin perder de vista que su membresía es excluyente, desarrollar tareas de cooperación con países relevantes energéticamente, pero que no son miembros de la OTÁN, como los países del Asia Central. De igual modo, en países inestables pero ricos energéticamente, como Nigeria y otros países del África Occidental, debe realizar tareas de seguridad y transporte, para hacer llegar los suministros a Europa (Butler, 2014; Fisher, 2014; Gallis, 2007; Varwick, 2008).
Sin embargo, la OTÁN, si quiere sobrevivir, debe tener presentes los peligros de una ampliación. La necesidad de consenso entre sus miembros debilita la capacidad de acción, genera desórdenes y falta de coordinación, por la diversidad de intereses. También genera más gastos para defensa, lo que incide en una menor inversión económica y social para los países miembros. También acerca Rusia a China, que es en realidad el verdadero poder que puede contrarrestar a Estados Unidos. Además, Estados Unidos necesita a Rusia en tareas de cooperación en el Medio Oriente (Mearsheimer 2014a, 2014b; Walt, 2014a, 2014b; Waltz, 2000). En este sentido debe tener en cuenta que una posible alianza con países débiles internacionalmente y con dificultades internas como Ucrania solamente podrían significar un debe y una reducción en su fuerza (Walt, 2014a).

Conclusión
El avance de la OTÁN hacia el espacio post-soviético representa una ampliación de la capacidad de influencia estadunidense en Europa. A la vez, esto significa un freno a las presiones que Rusia hace a partir del control energético a países europeos. La OTÁN debe cambiar su forma de operar, incorporando y gestionando tareas de paz como la provisión de energía como si fuera una tarea militar. La posible cooperación entre Rusia y occidente debe comprender la división en que se encuentra Ucrania, pues es el estado que actualmente sirve de amortiguamiento entre las dos partes. Rusia no representa una amenaza, pues en la realidad posee una estructura social y política autoritaria, que la hace inestable, tiene grandes fenómenos de corrupción, y un ejército desordenado, que sería incapaz de hacer un despliegue en Ucrania, por no decir ya en Europa oriental (Mearsheimer, 2014b; Sorokin, 2007, 2010, 2014a, 2014b).

Referencias
(1) Pero este derrotero no es reciente, sino que ya en 1877 el famoso explorador del alma humana Fiódor Dostoievski había atinado en ello de manera profética:
“Talvez durante um século, ou mais, eles irão tremer constantemente pela sua liberdade e temer as ambições da Rússia; eles irão procurar as boas graças dos Estados europeus, irão caluniar a Rússia, contar mexericos sobre ela e intrigar contra ela.
“Será particularmente agradável para os eslavos libertados dizer e gritar ao mundo que eles são povos cultos, capazes de assimilar a mais alta cultura europeia, enquanto que a Rússia é um país bárbaro, um colosso nórdico sombrio, que nem sequer tem sangue eslavo puro, perseguidor e que odeia a civilização europeia. Claro que entre eles aparecerão, desde o início, regimes constitucionais, parlamentos, ministros responsáveis, oradores, discursos. Isso irá consolá-los e deleitá-los.
“Todavia, quando chega alguma desgraça séria, eles pedem obrigatoriamente ajuda à Rússia. Eles irão de alguma forma odiar, queixar-se e caluniar-nos junto da Europa, mas sentirão sempre instintivamente (claro que quando chegar alguma desgraça, e não antes) que a Europa é o inimigo natural da sua unidade, foi e será sempre, mas se eles existem na terra, é porque existe um enorme imã: a Rússia, que, atraindo-os irreversivelmente a todos para si, mantém a sua integridade e unidade. Chegará até o momento em que eles estarão quase num estado de já concordar conscientemente que, sem a Rússia, o grande centro oriental e grande força atratora, a sua unidade ruirá num momento, será desfeita em pedaços e até a sua própria nacionalidade desaparecerá no oceano europeu, como desaparecem algumas gotas separadas de água no mar.” (Dostoievski, 2014).

Bibliografía
BBC Mundo. (2014) "10 mapas que explican la crisis en Ucrania". 5 de septiembre.
Butler, N. (2014) "Is energy security a job for NATO?". Financial Times. August 24.
Dostoievski, F. (2014) "A Rússia não terá inimigos maiores do que os povos eslavos." Voz da Rússia. 3 Janeiro.
Fisher, M. (2014) "This is the one map you need to understand Ukraine’s crisis." The Washington Post, January 24.
Gallis, P. (2007) "NATO and Energy Security. Congressional Research Service. Report RS22409." December 28.
Hamilton, P. (2014) "Professor Stephen M. Walt on the Crisis in Ukraine". Boston Global Forum, March 25.
Hillen, J. y Noonan, M. (1998) “The Geopolitics of NATO Enlargement”. Parameters, Autumn, 21-34.
Larrabee, F. (2010) “Russia, Ukraine, and Central Europe: The Return of Geopolitics”. Journal of International Affairs, Vol. 63, No. 2, Spring/Summer, 33-52
Mearsheimer, J. (1994) “The False Promise of International Institutions.” International Security, Vol. 19, No. 3 (Winter 1994/1995), pp. 5-49.
Mearsheimer, J. (2014a) "Getting Ukraine Wrong". The New York Times, March 13.
(2014b) "Why the Ukraine Crisis is the West's Fault. The Liberal Delusions That Provoked Putin." Foreign Affairs, September/October.
Rtve.es (2014) "Cronología de la crisis ucraniana". 5 de septiembre
Sorokin, V. (2007) "Russia Is Slipping Back into an Authoritarian Empire". Spiegel Online, February 2.
(2010) "The problem is that Russia has not buried the Soviet epoch". The Day Newspaper, 16 November.
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Tsygankov, A. (2013) “The Russia-NATO mistrust: Ethnophobia and the double expansion to contain ‘the Russian Bear’”. Communist and Post-Communist Studies, Vol. 46, Iss. 1, March, 179–188.
Tucídides (1986) Historia de la Guerra del Peloponeso. Barcelona: Orbis.
Varwick, J. (2008) "Protecting Oil and Gas Resources: NATO's Role in Energy Security". Spiegel Online, July 1.
Vico, G. (2006) Principios de una ciencia nueva. México: FCE.
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(2014b) “NATO Owes Putin a Big Thank-You. Russia's aggression in Ukraine is making it easier for the bloated, aging alliance to pretend that it still matters." Foreign Policy, September 4.
            Waltz, K. (2000) “NATO expansion: A realist's view”. Contemporary Security Policy, 21:2, 23-38.